¿Qué pide cualquier halcón? Requerimientos ecológicos de la especie

COMIDA ABUNDANTE… ¡¡¡EN BARCELONA SOBRA!!!
Los halcones cazan en vuelo aves de mediano tamaño. Barcelona acoge una población importante de aves (palomas, tórtolas turcas, estorninos, gaviotas argénteas, etc) que dependen, en gran medida, de los restos de comida y desechos de los habitantes de la ciudad. Solamente la población de palomas de Barcelona se ha estimado en 180.000 ejemplares, presentes todo el año en la ciudad, a los cuales tendríamos que añadir los miles de estorninos, tordos, tórtolas turcas, vencejos y otras especies tanto nidificantes como hibernante. Baste decir que una pareja de halcones no llega a comerse un millar de palomas en todo un año, para comprender que la población barcelonesa de palomas proporciona alimento más que suficiente a las tres parejas de halcón nidificantes en Barcelona.

TRANQUILIDAD… LA TRANQUILIDAD EN LO ALTO DE LOS EDIFICIOS ES SUPERIOR QUE A PIE DE CALLE.
Los halcones son muy sensibles a las molestias humanas en época de cría. Fuera de la ciudad el principal problema que tienen los halcones es que pueden ser abatidos voluntariamente o involuntariamente en época de caza aunque actualmente es una especie protegida y que, por tanto, no se puede cazar. También son expoliados ilegalmente sus huevos o los pollos o bien pueden ser molestados por la presencia fortuita de escaladores cerca del nido (situación que ha sido muy corregida gracias al diálogo informativo con los escaladores). Obviamente, en la ciudad no hay cazadores ni escaladores, sin embargo, poden ser molestados en los puntos de cría por las personas que ascienden a la azotea o en trabajos de mantenimiento y limpieza en altura, cerca de sus atalayas o de los nidos.

Gran presencia de fauna y vegetación foránea

El fuerte carácter ornamental del arbolado viario y el de los parques y jardines, la moda de las plantas de interior -de requerimientos térmicos atemperados durante todo el año- ha potenciado que muchas plantas de Barcelona no sean autóctonas sino alóctonas, con un origen geográfico muy diverso. Sólo una pequeña muestra del arbolado viario es reveladora de este origen geográfico diverso: las acacias (Robinia pseudoacacia) originalmente son de América del Norte, las tipuanes (Tipuana tipu) de América del Sur y las sóforas (Sophora japonica) de Asia Oriental, por mencionar algunas de las especies más abundantes.

En cuanto a la fauna, la moda de las mascotas y animales de compañía que se inició el último cuarto de siglo pasado ha tenido como resultado que haya animales foráneos (hámsters, iguanas, pitones, tortugas de Florida, periquitos, loros, etc.) a muchos de los hogares de Barcelona. La suelta voluntaria de estos animales porque los propietarios no soportaban las molestias ocasionadas por su conducta o por la obligación de su cuidado, así como los animales escapados durante alguna de las fases de su comercialización posibilitan el establecimiento de estas especies alóctonas en la ciudad. Uno de los grupos más ejemplares de este efecto es el de las aves psitaciformes, o sea, el de los periquitos, loros, cacatúas y cotorras. En Barcelona nidifican 6 especies de psitácidos: la cotorra de Kramer (Psittacula krameri), la argentina (Myiopsitta monachusI>), la aratinga de cabeza azul (Aratinga acuticaudata), la aratinga mitrada (Aratinga mitrata), la aratinga de máscara roja (Aratinga erythrogenys) y el loro del Senegal (Poicephalus senegalus). Todas originarias de América del Sur salvo la cotorra de Kramer que es africana y asiática y el loro del Senegal que es africano. Es de destacar la cotorra argentina (Myiopsitta monachus) que crió por primera vez en la ciudad en 1974 a partir de ejemplares escapados. Actualmente se calcula que la población en Barcelona se sitúa entre los 1.200 y los 1.700 ejemplares.

Una ciudad con escasa producción vegetal

Barcelona, como ciudad mediterránea que es tiene urbanizada la mayor parte de su núcleo urbano. No obstante, aquí y allá hay manchas de vegetación cuya función es hacer la ciudad más bella y habitable, fijar dióxido de carbono, producir oxígeno y proporcionar sombra en épocas calurosas. Esta escasez de suelo libre hace que las especies vegetales vean comprometido su crecimiento y se tengan que adaptar a condiciones extremas derivadas de la dureza del substrato y de la falta de agua al alcance de sus raíces.

Otro obstáculo para la colonización vegetal de la ciudad es la verticalidad de los edificios y, claro, la práctica ausencia de suelo en éstos donde pueda enraizar la vegetación. Consiguiente y lógicamente, el recubrimiento vegetal es muy escaso. Solo algunas especies de hierbas, musgos, i, sobre todo, líquenes pueden sobrevivir en estas condiciones extremes.

Una ciudad casi sin cultivos

Las tierras de labranza han desaparecido prácticamente del término municipal de Barcelona, solo constituyen el 0’32% de su territorio municipal. Los campos se limitan a los regadíos asociados al Rec Comtal y a algunas viñas de secano de Collserola. Quedan algunos huertos en fincas privadas y huertos urbanos municipales para el disfrute social.

Sin estanques naturales, solo artificiales

La ciudad de Barcelona no tiene actualmente ningún estanque natural en su interior. Todos son artificiales y tienen una función ornamental. Algunos están más naturalizados (p.ej: lagos de Diagonal Mar) y otros más artificializados (p.ej: el del Parque de la España Industrial o el del Parque de la Creueta del Coll).

Por sus dimensiones y por su riqueza biológica, destacan los estanques del Parque de la Ciudadela y de Diagonal Mar. En este último se han introducido ejemplares de aves acuáticas como cisnes mudos (Cygnus olor), ocas vulgares (Anser anser) y porrones moñudos (Aythia fuligula).

Una ciudad abierta al mar

Barcelona es una ciudad mediterránea. Tiene 13’2 km de frente marítimo de los cuales 9 kms están ocupados por el Puerto Autónomo de Barcelona y por el Puerto Olímpico. Ambos Puertos representan un 68% del total de la costa barcelonesa. El resto son playas recuperadas sobre todo a causa de la celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona-92 y del Fórum de Las Cultures-04.

Antes del 1992, Barcelona vivía «de espaldas» al mar. El Puerto Autónomo de Barcelona domina el frente marítimo del centro de la ciudad y el Puerto Olímpico, mucho más pequeño, es parte del frente marítimo de la Vila Olímpica, a levante del primero. El Puerto Olímpic es exclusivamente para embarcaciones de recreo, mientras que el Puerto Autónomo tiene diversas funciones: Puerto comercial, Puerto de pasajeros, Puerto de pesca y Puerto deportivo.

Actualmente Barcelona tiene 6 playas que tienen un uso intensivo como zona de baño y para tomar el sol, sobre todo durante el periodo de mayo a septiembre. Fuera de este periodo en las playas se refugian algunas gaviotas. Si las playas proporcionan un substrato blando, los diques y espigones protectores de las playas y de los puertos de Barcelona les proporcionan el único substrato duro de este segmento de costa. Es en este tipo de substrato donde se pueden fijar los seres vivos adaptados a este medio, como por ejemplo las algas, los mejillones, los caracolillos, los erizos de mar, los cangrejos y los tomates de mar.

Una ciudad donde el gris y la verticalidad se imponen

El 70% del territorio de Barcelona está urbanizado (calles, edificios, plazas «duras», etc) y solo un 20% es espacio no urbanizado. El terreno urbanizado domina ampliamente sobre el medio forestal, los parques y jardines, los yermos y los cultivos. El continuo urbano se extiende a levante (Sant Adriá de Besós, Santa Coloma de Gramenet y Badalona) y a poniente (Hospitalet del Llobregat, Cornellá del Llobregat, Esplugues de Llobregat, Sant Just Desvern, Sant Feliu de Llobregat y Sant Joan Despí) más allá del límite municipal. En el lado norte, los matorrales y bosques de la sierra de Collserola y de las colinas del Putxet, del Paque Güell, del Carmelo, de la Rovira, de la Peira además de los grandes parques urbanos, proporcionan la «cuota» de verde a la ciudad. En el lado sur, el mar otorga el azul que recuerda que la ciudad tiene el crecimiento limitado en esa dirección.

Uno de los rasgos característicos de una ciudad como Barcelona es su vigorosa estructura vertical. Los edificios con sus paredes, techos, azoteas, balcones y ventanas reproducen condiciones similares a la de los hábitats rocosos del medio natural.

Otra característica significativa es la abundancia de elementos creados por el ser humano con la ayuda de la tecnología: casas, bloques de pisos, antenas, puertos, iglesias, puentes, monumentos, calles asfaltadas, plazas blandas, plazas duras, estadios de fútbol, faroles, bancos, papeleras, etc. Toda esta conjunción de elementos artificiales dan forma a la ciudad y la singularizan de las otras.

Inviernos suaves y bochorno estival

El clima de la ciudad de Barcelona es mediterráneo y húmedo. La precipitación media es de 598 l/m2 en el llano de Barcelona. Estas lluvias no se reparten homogéneamente a lo largo del año, sino que, como es característico del clima mediterráneo, se concentran en la primavera y el otoño. Los máximos de precipitación en forma de lluvia, coinciden, pues, con los períodos de equinoccio, mientras que los mínimos con los solsticios de invierno y verano. En verano, las precipitaciones son de frecuencia escasa pero de intensidad muy elevada, de carácter torrencial.

En lo referente a la temperatura decir que hay un máximo que se sitúa entre los meses de julio y agosto, y un mínimo entre los meses de enero y febrero. El invierno es suave y seco. El verano, en cambio, es caluroso y con una humedad ambiental elevada.

Las combustiones de los vehículos motorizados, de los calefactores, de las cocinas domésticas y de algunas industrias, el bajo consumo de calor en transpiración y evaporación por la escasez de vegetación y la elevada capacidad de carga térmica de los materiales de construcción (asfalto y hormigón) provocan que la temperatura en la ciudad sea ostensiblemente más alta que fuera. La diferencia térmica alcanza magnitudes de 3 a 7º C.

Una llanura entre colinas, deltas, una sierra y el mar

Barcelona es una ciudad que se encuentra situada, de Sur a Norte, entre el Mar Mediterráneo y la Sierra de Collserola; tiene en el Tibidabo (512 m) su punto más elevado.

De este a oeste, la ciudad se sitúa, respectivamente, entre los deltas de los ríos Besós y Llobregat, en un territorio surcado por multitud de rieras y torrentes (Riera de Horta, Torrente del Bogatell, Torrente de la Olla, Riera de Collserola, Riera Blanca, etc.) que conducían el agua de la Sierra de Collserola y del llano de Barcelona hacia el mar. Actualmente, estos cursos intermitentes de agua han sido canalizados, urbanizados o desviados.

A grandes rasgos se puede decir que a medida que nos alejamos de la costa y nos acercamos a la sierra de Collserola el relieve se hace más empinado. Sin embargo, en la zona más llana de Barcelona destacan algunas colinas de modesta altitud, bien en el interior de la ciudad (el Turó del Carmel -266m-, el de la Rovira -262m-, el de la Peira -138m-, etc.) bien a orilla del mar como la montaña de Montjuïc -173 m-.

Una gran consumidora y excretora de materia

Barcelona, como cualquier ciudad, para funcionar necesita una cantidad ingente de materiales externos y de origen geográfico muy diverso: alimentos (ternera de Argentina, manzanas de Holanda, café de Colombia, kiwis de Nueva Zelanda, etc.), agua (del Ter y del Llobregat), materiales de construcción (de las pedreras del Garraf, de las ladrillerías del Baix Llobregat, etc.), materias primas para la industria (aluminio del Canadá, caucho de Tailandia, mineral de hierro de Ucrania, etc.) y combustibles (gas natural de Argelia, petróleo de Venezuela, etc.). La ciudad requiere para su funcionamiento esta entrada de materiales día tras día, año tras año sin pausa. Todos estos materiales son utilizados de forma directa o indirecta por el ser humano para alimentarse, para poderse desplazar, para hacer funcionar la maquinaria, para transformar materiales o para construir edificios.

En el camino y al final de la utilización de esta retahíla de materiales se generan todo tipo de residuos: sólidos, líquidos y gaseosos.

Los diferentes tipus de residuos sólidos municipales son gestionados en algunas de las diversas plantas de valoración (plantas de selección, de compostaje, de metanización, de valoración energética, etc.), cuyo desecho resultante se vierte en depósitos controlados. Por otra parte, la mayoría de los residuos líquidos (aguas residuales urbanas o industriales, residuos especiales líquidos, etc.) es tratada en estaciones depuradoras de aguas residuales urbanas o en las depuradoras propias de la industria. Los residuos gaseosos (básicamente de combustiones de motores de vehículos, de calderas industriales y cocinas y calefactores domésticos) son liberados a la atmósfera y se dispersan gracias al viento.